
En Cozumel me quede hospedada en un hotel verdaderamente espectacular: El Hotel Intercontinental. Todo de este hotel me sorprendía; sus pequeñas cabañas a la orilla del mar, su deliciosa comida, su personal eficiente y amable, sus surroundings, algunos animales que por ahí rondaban, las grandes y pequeñas plantas exóticas y más de todo pensar que durante un año entero el hotel estuvo cerrado tratando de recuperarse de los estragos del Huracán Wilma que lo dejo desecho. Y ahora esta renovado, reinventado y bellísimo.
Creo que nunca en mi vida me había quedado viendo y admirando el mar por tanto tiempo. Yo que soy una gran lectora y jamás bajo sin un libro bajo el brazo entre cada capítulo del maravilloso libro “The Host” de la escritora Stephanie Meyer, levantaba yo la vista para deleitarme con la vista del Caribe. Pero este mar parecía otro completamente diferente al que te imaginas, era espacial, profundo, claro y obscuro, brilloso, resplandeciente, fantástico.
Cozumel tiene algo que atrapa. ¿Será su pueblo pescador? ¿Su gente? ¿Le vida que tiene? ¿Su sabor? ¿Sus playas? ¿Su cielo? ¿Su arena? Todo, es todo lo que te enamora y te deja con ese sabor en la boca que tienes después de comer tu platillo favorito, o besar a tu persona amada, o ver una buena película o acabar un buen libro. Es simplemente una sensación de que quieres más y Cozumel siempre te da más.
Mi corta estancia aquí me enamoro de Cozumel y me ha dejado con ganas de ver más, oler más, conocer más y SENTIR más.
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