miércoles, 30 de junio de 2010

Zihuatanejo


Mientras las olas marcaban el ritmo, la brisa se sumaba creando un suave coro de fondo que formaba la completa sinfonía: el relajamiento total. Mi viaje a Zihuatanejo fue en realidad un CD lleno de sinfonías como la anterior, porque lo tuve todo: la playa, el mar, la arena, la brisa, las risas, y todo en el maravilloso hotel “Tides”.

Este hotel se encuentra en la Playa de la Ropa, en la costa del Pacífico. El clima, el servicio, las habitaciones y la comida fueron estupendos. Mi parte favorita del gourmet fueron las comidas “barefoot”, es decir, con los pies en la arena. Por ejemplo, cuando estás en los camastros, escuchando el romper de las olas, no siempre quieres irte a un restaurante, ni comer completamente recostado. Entonces muy cómodamente te sientas en una mesa que la montan solo para ti y no tienes que interrumpir el estado tan relax en el que te encuentras.

También existe el “Sense of the Night”, que es un lounge que solamente abre los sábados. Tiene una gran fogata y antorchas decorando los alrededores. Tu mesa se encuentra en la arena y puedes acomodarte en unos cómodos cojines enormes con la música suave que fluye en el caluroso aire. Para merendar existe una gran variedad de fondues, incluyendo uno exquisito de chocolate. Después puedes irte a descansar a una cama colgante con vista al mar. El movimiento de la cama y el olor a mar es tan tranquilizante que te puedes quedar dormido y soñar con el amanecer.

En la actualidad Zihuatanejo está creciendo turísticamente a mil por hora, entonces hay muchas actividades; como ir a lujosos restaurantes, deportes acuáticos y terrenales, barcos de pesca y mucho más.

Es más, hace mucho tiempo, antes del crecimiento turístico, Zihuatanejo era un pequeño y energético pueblo de pescadores, muy alegre y vivo. Y ahora es un lugar vacacional para gozar con la familia. Es delicioso experimentar los atardeceres y amaneceres tan especiales y coloridos como los que aquí se encuentran.

viernes, 4 de junio de 2010

Cozumel

Hace unos cuantos días, yo me encontraba en un pequeño avioncito de MayanAir volando de Cancún a Cozumel. Cuando despegamos en este avión dónde vas solo con el piloto, me di cuenta que este iba a ser un viaje maravilloso, pero sobrepaso mis expectativas. Por la ventana del avión pude ver vistas sin comparación. El mar tenía una cantidad de colores que nunca imagine que podían existir. Desde un azul tan obscuro que se convertía en negro, hasta otro azul tan claro que era compreramente transparente. Había colores casi morados y algunos que otros matices de verde.

En Cozumel me quede hospedada en un hotel verdaderamente espectacular: El Hotel Intercontinental. Todo de este hotel me sorprendía; sus pequeñas cabañas a la orilla del mar, su deliciosa comida, su personal eficiente y amable, sus surroundings, algunos animales que por ahí rondaban, las grandes y pequeñas plantas exóticas y más de todo pensar que durante un año entero el hotel estuvo cerrado tratando de recuperarse de los estragos del Huracán Wilma que lo dejo desecho. Y ahora esta renovado, reinventado y bellísimo.

Creo que nunca en mi vida me había quedado viendo y admirando el mar por tanto tiempo. Yo que soy una gran lectora y jamás bajo sin un libro bajo el brazo entre cada capítulo del maravilloso libro “The Host” de la escritora Stephanie Meyer, levantaba yo la vista para deleitarme con la vista del Caribe. Pero este mar parecía otro completamente diferente al que te imaginas, era espacial, profundo, claro y obscuro, brilloso, resplandeciente, fantástico.

Cozumel tiene algo que atrapa. ¿Será su pueblo pescador? ¿Su gente? ¿Le vida que tiene? ¿Su sabor? ¿Sus playas? ¿Su cielo? ¿Su arena? Todo, es todo lo que te enamora y te deja con ese sabor en la boca que tienes después de comer tu platillo favorito, o besar a tu persona amada, o ver una buena película o acabar un buen libro. Es simplemente una sensación de que quieres más y Cozumel siempre te da más.

Mi corta estancia aquí me enamoro de Cozumel y me ha dejado con ganas de ver más, oler más, conocer más y SENTIR más.